¿Cómo podemos tener una relación sensata con el dolor, el miedo y la pérdida?
No hay una respuesta sencilla. Lo que puedo compartir contigo es el intento de estar presente con “lo que es”. No trates de cambiarlo, de desear que desaparezca o de pasar por ello rápidamente. Esta es quizá la práctica de mindfulness más fundamental y, sin embargo, la más difícil para una sociedad que quiere remedios inmediatos.
Podrás realizar este ejercicio en tan solo 5 minutos…
- Siéntate en una posición cómoda. Nota los pies firmemente conectados con el suelo, la espalda alineada con el cuello y las manos posadas en tu regazo.
- Céntrate en la respiración. Deja que cada inspiración entre en tu cuerpo y se expanda mientras dure; no fuerces nada, simplemente deja que tu cuerpo respire por sí mismo. Luego, después de una pausa natural, espira hasta que el aire salga por completo. Continúa durante un tiempo, hasta que te sientas suficientemente relajado/a.
- Entonces céntrate en la “pérdida”: puede que se trate de la salud, de una amistad o relación, o de la muerte de alguien cercano. Di suavemente: “Déjame sentir…” (e incluye aquí la “pérdida”, verbalmente o como una imagen)”. Empieza con una frase o una imagen muy sencilla y simplemente manténla en tu conciencia. Abraza la pérdida, siéntela, afróntala aunque te resulte dolorosa, pero no finjas que no está ahí. Puede que solo puedas hacer este ejercicio durante un minuto o dos. Deshazte del pensamiento o la imagen y vuelve a la respiración normal.
Continúa practicándolo con frecuencia y perseverancia. Conseguirás poco a poco una actitud de mayor aceptación.
Referencias: “El pequeño libro del Mindfulness” – Patrizia Collard.