Vivir en el presente con Mindfulness

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¿Cómo podemos aprender a vivir sin expectativas, centrados en el presente y en lo que en este preciso instante ocurre? Es una de las lecciones de mindfulness más útiles que podemos aprender y que nos libera de frustración, acercándonos a la satisfacción y la felicidad.

Vicente Simón nos acerca a estas reflexiones de una forma clara y brillante.

Los seres humanos de nuestra era solemos vivir más en el futuro que en el presente. Podríamos decir que tenemos el alma vendida, no al diablo, sino al futuro. O que el diablo se nos aparece en forma de futuro tentador. El ser humano se siente incompleto en el presente, se siente insuficiente o indigno y, para hacer frente a esa sensación de poquedad, imagina que algo ha de suceder en el futuro que compensará su incompetencia y lo colmará de dicha y felicidad. Pero claro, como la vida sólo se desarrolla en el presente, el futuro se va dejando para otro momento y la felicidad prometida nunca llega. En la vida cotidiana esto se traduce en que solemos estar casi todo el tiempo esperando que llegue el momento siguiente. Cuando conducimos, estamos pensando en llegar a nuestro destino. Si hacemos cola en el banco o en el supermercado, estamos impacientes porque nos atiendan. Si empezamos una carrera, estamos esperando acabarla. Y así, sucesivamente. El vivir lo vamos dejando para otro momento, que colocamos en un tiempo inexistente al que llamamos “futuro”.

La respuesta a este espejismo del futuro consiste en vivir en plenitud el presente. En realidad, sólo el presente puede vivirse con plenitud, ya que él existe, mientras que el futuro no. El futuro se puede imaginar, pero no vivir. Y la imaginación del futuro suele producir situaciones como la del famoso cuento de la lechera: el cántaro que se rompe y todos los sueños se desbaratan en unos segundos. La vivencia del presente en toda su riqueza y exuberancia, lo que llamamos el estado de “presencia”, es algo cualitativamente distinto a vivir en la imaginación. Sólo podemos tocar, ver, oír, o degustar, con todos los matices que esas sensaciones poseen, en el presente. Los fantasmas de la imaginación carecen de realidad.

Una de las consecuencias más impresionantes de vivir con plenitud el presente, es que el futuro se nos hace innecesario. Como no esperamos que nos haga felices, simplemente dejamos que vaya llegando y que nos traiga lo que nos tiene reservado. Ni nos da miedo, ni lo deseamos. No ansiamos, no anhelamos, no sufrimos, no tememos. El futuro ya no alberga la solución a nuestros problemas, ya no ciframos en él la felicidad, pues estamos satisfechos con el presente tal como es. Esto se traduce en la actitud de no tener expectativas. Al hablar de no tener expectativas, no me refiero a que no deba existir una planificación y un objetivo de las acciones que llevaremos a cabo. Se trata de no estar pendientes de lo que pase para considerarnos felices o desgraciados y de estar abiertos afectivamente a todo lo que pueda suceder. Como no podemos decidir el resultado de nuestras acciones, no condicionamos nuestro bienestar a la consecución o no consecución de los resultados que pretendemos.”

Es en el presente donde ocurre la vida. Si acostumbramos a nuestra mente a quedarse más a menudo en él, aprenderemos a aceptar lo que ocurre tal cual es, caminando paso a paso los cambios que deseemos y dirigiéndonos en la dirección elegida.

Soy Blanca, psicóloga y terapeuta transpersonal, especializada en terapia del inconsciente. Te ayudo a crecer superando las heridas emocionales y conectando con tu sentido de vida, para disfrutar de mayor plenitud y consciencia.

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